Durante mucho tiempo buscamos magia en nuestras vidas. Destinábamos nuestros pensamientos hacia los lugares, personas y situaciones donde creía ver destellos de ilusión. Fuimos buscadores de galeras y varitas, que crearían el mundo que deseábamos, las sensaciones que queríamos percibir y las emociones que soñábamos sentir. Hasta que llegó un día en el que vivimos la maravillosa experiencia: el darnos cuenta y aceptar que al mirarnos al espejo todo transcurría y se creaba en la imagen que nos devolvía el cristal. Sobre nuestra cabeza estaban las galeras y en nuestras manos las varitas. Y en ese preciso instante cuando la conciencia se expande, el corazón se abre y el cuerpo se estremece observamos el mayor truco: Nosotros éramos la magia…

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